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Repasar las vidas y las obras de Emilio Herrera Linares y Juan de la Cierva Codorníu es una actividad apasionante. Ambos fueron hombres de su tiempo, de una España sometida a numerosos y trascendentales cambios políticos, culturales y económicos, y fueron conocidos por su carácter afable, generoso y espontáneo. En este sentido, es paradójico el tratamiento que la memoria histórica ha otorgado a estas dos figuras de la ingeniería, pues ha sido más benevolente con el autogiro y Juan de la Cierva. Además, es posible que nuestro desconocimiento de la figura de Emilio Herrera se deba al hecho de que perteneció al bando de los perdedores de la guerra, a que sufrió exilio y a que sus principales aportaciones técnicas sean hoy objetos desaparecidos.
A los dos, la difusión internacional de sus trabajos les proporcionó distinciones y honores que han determinado, finalmente, su inclusión en el cuadro de oro de la aeronáutica mundial.