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En 50 años, la sociedad europea occidental ha pasado de demandar fuentes de proteína animal a bajo coste a convertirse en una sociedad de "alto nivel adquisitivo". En ella los alimentos deben contar con un valor añadido a su propio valor energético o gastronómico: deberán ser producidos bajo las máximas garantías de seguridad alimentaria y los animales de los que proceden deben haber sido criados respetando una serie de cuestiones éticas y morales que hoy en día se imponen en una sociedad moderna y avanzada.
Cada vez va quedando más claro que procurar el Bienestar Animal en todos y cada uno de los eslabones integrados en la cadena productiva es tarea de todos, desde la crianza del animal pasando por el transporte y finalizando en la Industria.
También parece evidente que estos estándares que garantizan la protección de los animales en los distintos niveles productivos, se deben basar en una legislación que esté sustentada en los últimos avances y evidencias científicas que las universidades y los institutos científicos ponen a nuestro alcance.
Tiempos de transporte máximos, nuevas densidades óptimas en explotaciones y camiones, nuevos diseños de alojamientos, eliminación de jaulas..., todo esto modificará de forma decisiva las explotaciones ganaderas europeas en los años venideros. Lo que es imprescindible hacer ver al consumidor es que, para poder satisfacer sus peticiones y exigencias relativas al Bienestar Animal, será él quien deba asumir parte de dicho incremento como parte final de la cadena.
En definitiva, es necesario darse cuenta que la aplicación de medidas encaminadas a mejorar el bienestar animal en explotaciones, sistemas de transporte de animales y mataderos no debe verse como una limitación a la producción sino como un nuevo reto para la producción animal en la UE.