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Gilles Deleuze, uno de los hombres más relevantes del pensa-miento francés en el siglo XX, exhibe nuevamente en esta obra la audacia y originalidad de una reflexión que no reconoce fronteras. Tomando como base la narrativa de Leopold von Sacher-Masoch —inseparable de las circunstancias de su vida— y asimismo la del Marqués de Sade, Deleuze acomete el examen del así llamado sadomasoquismo, al que califica de «monstruo semiológico». A fin de demostrar la inexistencia de una complementariedad que alimentó largamente el prejuicio teórico de muchos psicoanalistas, despeja los rasgos por entero singulares del sadismo y el masoquismo como entidades clínicas heterogéneas. Determina su modo de abordaje en una equiparación de lo literario al síntoma cuando, al señalar que «el juicio clínico está repleto de prejuicios», dice que «se debe volver a empezar todo por un punto situado fuera de la clínica, el punto literario, desde donde fueron nombradas las perversiones» ya que «las enfermedades son denominadas por sus síntomas antes que en función de sus causas. La etiología, que es la parte científica o experiemental de la medicina, debe subordinarse a la sintomatología, que es su parte literaria, artística».
Destaca, por ejemplo, una diferencia esencial entre el «humor» del masoquista que «desvía» la ley del padre a favor de la madre oral, y la «ironía» glacial del sádico, que tiende a erigir una ley imposible basada en la anulación de cierta naturaleza «segunda» donde la madre y la procreación quedan anuladas. Su mirada de excepcional penetración distingue con los más sutiles matices las relaciones del masoquista y del sádico con el fantasma, en páginas memorables donde revaloriza además las tesis de Theodor Reik. La reflexión de Deleuze afina al máximo las nociones freudianas de ideal del yo, pulsión de muerte, agresividad y superyó, mostrando de qué modo la concepción de este último pierde todo papel operativo en el hipotético vuelco de una entidad clínica y otra.
Paralelamente a los desarrollos de Freud y Lacan sobre el sadismo y el masoquismo, la obra de Deleuze abre en este terreno novedosos y enriquecedores horizontes de pensamiento.